38. Amparados en el paro

38. Amparados en el paro

MEMORIA DE PAPEL

Tacita de plata y olla de los parados. Las estadísticas sugieren que encontrar trabajo en esta ciudad es como tener una tía en “Grana”, ni tienes empleo, ni tienes tía, ni tienes “na”. Cádiz continúa siendo el culo de España y no esa tacita de café que despierta los sentidos de cualquier viajero. El paro se erige en el pan de cada día y una vida sumergida emerge para sobrevivir. Así lo relata la historia.

Si el ave fénix resurgió de sus cenizas, Gades resurgió de la nada, de la sal de unas palabras grabadas en el alma de las olas. Ya sólo quedan las migajas de un pasado esplendor, la pesadilla de una miseria masticada diariamente. Esta isla de agua parece caminar a la deriva, sin una brújula que oriente el sueño de unos ciudadanos abocados a pasarlas canutas sin canutos. Los optimistas tendrán ocasión de sacar a relucir todas sus galas y afirman que, después de todo, no se vive tan mal. Entiéndase el empleado.

Después de todo, ostentamos el título honorífico de ser la provincia española con la tasa de paro más elevada. El premio nacional recae sobre la ancha espalda de los políticos capaces de albergar estos incidentes y muchos más, e incapaces de encontrar una solución a tal conflicto. 

Somos expertos en economía sumergida hasta tal punto que cada cual se gana las habichuelas como puede. Los gaditanos se ven obligados a darle caña a la caña de pescar para pescar el sustento necesario para sus vidas y la de sus familias.

Los chapuceros no tienen más remedio que hacer chapuzas y se multiplican como hormigas que desempeñan su función dentro de la colonia. Yo no declaro mis ganancias y a cambio no te cobro ese impuesto mercenario: iba a decir IVA.

También pululan por este escenario los licenciados en ramas humanísticas que se cuelgan del sustento precario de las clases particulares. Todos estos personajes tejen un mosaico particular que define la idiosincrasia de una bahía que ansía salir a flote lo antes posible.

Sólo cabe recordar los versos juveniles de un poeta algecireño que, a pesar de las dificultades, escribió: Tacita de plata era antes, ahora se llama Tacita de oro, platino y brillantes.