Comportamiento cívico

Comportamiento cívico

No soy de los que opinan que cualquier hecho procedente del exterior siempre tendrá más valor y relevancia que lo que se cuece en nuestras casas, aunque bien es cierto que no me agrada mirarme el ombligo sin una razón que lo justifique. Debemos aprender de todo aquello que nos enriquezca independientemente de la bandera que cada uno aporte. Hoy quisiera dar a conocer la enseñanza que dos francesas me han dado sin darse cuenta. Madre e hija tienen la costumbre de acudir a la biblioteca para buscar información y están tan bien educadas que, a pesar de pasar casi toda la tarde o la mañana entre libros o con el ordenador, apenas se hacen notar. O mejor dicho, se hacen notar al pasar desapercibidas. La pequeña va a cumplir dentro de poco los 14 años y es capaz de disfrutar con la lectura durante horas. Ella misma sabe qué autores le gusta y cuáles no. Tiene el mismo nombre que la protagonista de una de las novelas juveniles de Roald Dhal, Mathilda y como el personaje de ficción no hace más que devorar libros. Al contrario que en la novela su madre la entiende y la apoya. Sabe que una sólida educación es la mejor arma que uno puede disponer, el mejor pasaporte para abrir mentes.

Es consciente de que el respeto se basa en el silencio. Prefiere usar internet para sacarle partido y no con el fin de entretenerse chateando. Hay otras maneras de ocio más entretenidas. Madre e hija son consecuentes con su forma de actuar. Se enfrentan con sus propios errores dando la cara. No son personas que miren para otro lado, sino que cogen el toro por los cuernos. No necesitan escurrir el bulto. Esta anécdota me da la clave de que la educación no descansa fundamentalmente en las escuelas, sino que radica en el seno de la familia. El comportamiento cívico se encuentra o se pierde en la calle. No es normal que te contemplen como un ser extraño si decides guardar en una servilleta de papel el chicle que tenías en la boca. ¡Hay tanto suelo y tan pocas papeleras! Aprendamos de aquellos que nos llevan por el buen camino. Tengamos presente la sonrisa de un amigo mío que es feliz porque su hija ha sacado muy buenas notas. Se siente orgulloso de ella simplemente porque es consciente de que ha sabido esquivar todos los obstáculos hasta llegar a la meta del conocimiento. Sabe que las mejores recompensas son aquellas que uno se gana a pulso.