19 Feb GARCÍA ARGÜEZ, MIGUEL ÁNGEL. LA VENUS DEL GRAN PODER (2003)
El amor cortés se desliza con una cinta de finísimo humor, como un perro que lame las heridas de la amada, aunque el poeta moderno traspasa las barreras de la poesía cancioneril y no se contenta con un gesto o ademán de la mujer, sino que busca desesperadamente el precio de la carne. Sigue intacta la sumisión por parte del amado a pesar de que cambia el destinatario. Ya no tiene que defenderse de las garras del noble, tiene que defenderse de las garras de la dama. El hombre es sumiso, se rinde a la cadencia de un cuerpo femenino. Se entiende como una devoción sin la cual la existencia del hombre no tiene sentido. Miguel Ángel García Argüez no es ajeno tampoco a los avances tecnológicos, sino que es capaz de armonizarlo con la naturaleza, con una fauna expuesta a ser imitada. El hombre se hace animal en un mundo gobernado por la tecnología.
La Venus del Gran Poder se convierte en acto de fe, no visto, pero creído a pies juntillas. Tanto dolor en un solo cuerpo y, sin embargo, merece la pena. Tanta pena para solo un desengaño. La Venus del Gran Poder se entretiene con el barro y a su antojo retoca la vida, ordena los mundos, ciega a los hombres y alimenta a la carroña hambrienta de amor: Jamás te he visto y nunca he sabido / de tu cuerpo o de tu voz, / pero sé que estás ahí. Todos los personajes de este libro están hambrientos de amor en un mundo donde la metamorfosis de unos cuerpos se confunde con la arena, se humedece con las olas en unos sueños que juegan a construir castillos de versos en el agua. Se mojan el rostro con esos fantasmas del pasado que siempre tenemos presente. El poeta es un masoquista pasivo que hurga por costumbre en la sordidez de un universo con el higiénico deseo de limpiar sus entrañas. El hombre es un masoquista consciente, dispuesto a humillarse en pos del amor.
En su viaje interior el poeta viaja a lomos de un tren en una copiosa noche de lluvia y el amor desparrama todo ese arsenal de locura, toda explosión de sentimiento: Aún no sé si tú eres el amor / o el presunto integrante / de un comando terrorista.
En el escenario ritual de la noche, la energía del mar se transforma en amor, en una especie de panteísmo donde la naturaleza se deja atrapar por la sangre y la carne se hace barro enamorado. En este escenario el tiempo se retrata como fotografía en blanco y negro que respira como pellejo de vida. En el cantar de los cantares todo estalla y cruje, mi amor, la noche ensimismada / y juntos nos mecemos uno al otro / como dos esqueletos en el agua. Toda esta consumación de experiencias nos conduce hacia una muerte que se deshace en un mundo cromático dominado por las sensaciones azules del amor y los latidos de vainilla del invierno. Tanto en la vida como en la literatura triunfa el amor.