Homosexuales

Homosexuales

Antes del cristianismo no estaban mal vistas las relaciones homosexuales en la cultura romana y en la griega, sobre todo, si atañían a los hombres. La mujer tenía la desgracia de pertenecer a un estatus inferior. Los tiempos corren a una velocidad de vértigo y hoy en día la lógica se va acomodando a las directrices de la realidad. Hombres y mujeres son seres humanos y, por tanto, deben gozar de las mismas oportunidades y de los mismos derechos. A veces uno no llega a entender cómo se siguen perpetuando conductas tan tradicionales como injustas. La homosexualidad empieza a contemplarse como una opción más en la vida cotidiana de las personas sin que los condicionamientos religiosos sean suficientes para detener el curso natural de las conciencias. Si cada uno es libre para hacer lo que le venga en gana siempre y cuando no moleste al resto, ¿por qué insisten en ponerles obstáculos a aquellos individuos que conciben el amor con miembros de su mismo sexo?

Con el esfuerzo de sus reivindicaciones van ganando poco a poco el terreno que les corresponde. Es un precedente destacado el hecho de que un juez conceda por primera vez la pensión de viudedad a una mujer que siendo pareja de hecho perdió a su compañera, puesto que los acontecimientos que se relatan tuvieron lugar antes de que la ley permitiera el matrimonio entre homosexuales. La seguridad social no está conforme con el fallo judicial, pero ¿es menos pareja aquella que consume el matrimonio que aquella que se registra como pareja de hecho en un ayuntamiento? He acudido al diccionario de la RAE para dar con el concepto de pareja: “Conjunto de dos personas, animales o cosas que tienen entre sí alguna correlación o semejanza, y especialmente el formado por hombre y mujer.” En la definición del término aparece especialmente, ya que se deja llevar por lo más común, aunque no emplea adverbios como siempre. Esta palabra que procede de par, paris significa igual o semejante. Todo apunta a que lo más relevante es la afinidad de gustos o de manera de pensar que determinadas personas tengan a la hora de asociarse bajo el arrullo de la pareja. El amor no tiene edad, ni tampoco hace distinción de sexo.