PRÓLOGO DE LA OTRA REALIDAD, DE ALEJANDRO PÉREZ GUILLÉN, ESCRITO POR JOSÉ RUIZ MATA

PRÓLOGO DE LA OTRA REALIDAD, DE ALEJANDRO PÉREZ GUILLÉN, ESCRITO POR JOSÉ RUIZ MATA

No cabe duda de que Alejandro Pérez Guillén es un poeta, de hecho tiene publicados un par de poemarios, por lo que este libro de cuentos, su primera incursión en la narrativa, mantiene esas constantes poéticas, con sus metáforas, con el cuidado uso y valor de las palabras, con el análisis de las sensaciones y sentimientos; en las que la perspectiva del autor se somete al asunto narrado, en el que una frase adecuada le da un giro inesperado a su significación primera.

El lector podrá comprobar como el texto está repleto de frases que no aportan más al discurrir de la historia que el embellecerla, porque la palabra, la imagen, la metáfora, están por encima de cualquier otra pretensión; en el cuento «El As» podemos leer: «Cuando llueve el agua hace arabescos en la pared». Otro recurso que utiliza acertadamente es la reiteración, en «Cuentas pendientes» nos da una muestra: «desde ese momento no se le apagó el cigarro de la fortuna, ni el fortuna de la boca». También podemos advertir un atinado juego con las frases hechas, en las que constantemente le busca un nuevo sentido, un significado que se aparta de lo que en una primera intención el lector ha previsto.

Por ello, el discurso no es directo, no busca sólo el efecto de la historia, sino que su contar va y viene en suaves balanceos de giros semánticos, en el cambio de tiempos discursivos, en la presentación de diferentes puntos de vista. Todo ello hace que el lector se sienta envuelto por ese narrar discontinuo, con la prosa calibrada que conquista el terreno de la conciencia como si fuese una mancha de aceite, no como el dardo que tiene un único fin.

Porque el autor no solo quiere contar una historia, sino que el relato es el pretexto para dejar constancia de sus opiniones, de su filosofía de la vida, de todos los axiomas que pueblan su pensamiento y que nos quiere comunicar.

Esta relación de cuentos son historias del Sur, de su provincia de Cádiz, en las que el paisaje, los pueblos, la idiosincrasia de sus gentes, se puede palpar en cada una de sus páginas. Aunque de todos los ambientes narrados sobresale Benalup-Casas Viejas, ese pueblo de trágica memoria en cuyo ayuntamiento Pérez Guillén trabaja como Bibliotecario.

En la lectura descubrimos que en sus personajes no existen ni héroes ni antihéroes, son personas corrientes del pueblo o la ciudad las que pueblan estos relatos, con sus problemas cotidianos, sus dilemas ante la vida y un destino al que acudir.

A veces juega con la narración en tercera persona para continuar, sin previo aviso, con el relato en la voz del protagonista y, en alguna ocasión, con el retorno al narrador omnipresente. Como si quisiera alejarse en un primer momento para mostrarnos un cuadro general de la acción, luego aproximarse y hablarnos de una manera más íntima, más cercana a los sentimientos del protagonista, y, al final, completar la exposición con una retirada de la imagen que le dé autenticidad a lo narrado.

En suma, nos encontramos con un escritor que no sigue la normativa clásica del cuento, y esa quizás sea su mayor virtud. En donde la palabra, el concepto, está por encima de la historia, en la que el narrador, a veces protagonista, no va directamente a contarnos lo que le sucede o piensa, sino va desgranándose en un lenguaje envolvente que avanza de una forma que podríamos llamar cíclica. Una buena gavilla de relatos que, a buen seguro, le hará pasar unas gozosas horas al lector.