18 Abr CAPÍTULO INÉDITO DE VEJER, escrito por alumnos de 4º de ESO
Versión realizada por alumnos de Vejer basada en la novela de Benito Pérez Galdós Trafalgar
Gabriel había decidido abandonar la casa de Medina Sidonia en la que vivía con Rosita y su marido Rafael, porque era muy duro convivir con la mujer que amaba y no poder hacer nada para tenerla a su lado. Sin embargo, le quedaba una bala en la recámara y no iba a dejarla pasar fácilmente. La ocasión se presentó propicia una noche de verano en la que Rafael había salido de copas con unos amigos y Rosita había preferido permanecer en el hogar familiar porque estaba cansada de las fanfarronadas de su marido cuando empinaba el codo un poco más de la cuenta. Ella se encontraba viendo la tele cómodamente con su bata de estar por casa cuando escuchó un ruido por la ventana que la desconcertó bastante. Alarmada por el golpe, la abrió y vio a Gabriel mirándola.
-Gabi, ¿qué haces ahí? ¿No estabas en el teatro?, preguntó sorprendida Rosita.
-Esa fue mi primera intención, pero al final he preferido saldar mis cuentas pendientes y aquí estoy dispuesto a hablar contigo, Gabriel contestó con vergüenza como si las palabras pesaran más en el alma que en el cuerpo.
-Sube, no seas tonto, inquirió Rosita desconcertada.
-¿Está Rafael?, insinuó Gabriel para asegurarse de que los fantasmas de su corazón no le jugaran malas pasadas, para quitarse de un plumazo sus miedos y ganar tiempo, el tiempo que le permitiera encontrar en el fondo de su pecho las palabras adecuadas.
-No, pero ¿por qué lo preguntas?, comentó Rosita ya intrigada por el misterio que no se atrevía a confesar su paje.
-Necesito hablar contigo a solas, afirmó rotundamente Gabriel.
-No está, así que sube y charlamos, ella se sentía cada vez más movida por el deseo de saber qué era eso tan importante que le iban a decir.
Gabriel subió la escalera con paso firme y lento, como si le diera miedo de algo a lo que tenía que enfrentarse. Rosita estaba esperándolo de pie con gesto de intriga.
-Pasa y siéntate. Estás en tu casa, acertó a confesar Rosita mientras ocupaba el lugar en el que estaba antes de haberse incorporado para recibir a quien ella consideraba su amigo.
-¿Qué te pasa?, le preguntó Rosita con cara de angustia una vez que contempló con detenimiento el cuerpo desencajado de su oponente.
-Me siento mal y la única forma de arreglar este doloroso momento es hablando contigo, hablando de mis sentimientos, soltó esa parrafada como quien se quita un peso enorme de encima.
-¿Sentimientos? Cuéntame lo que quieras. Sabes que siempre he sido tu amiga, se expresó de forma tan complaciente para que Gabriel pudiera desahogarse sin temores.
-Precisamente de eso quiero que hablemos. Desde el día en que te conocí he sentido algo especial por ti.
-Yo también te he visto siempre como alguien especial, se sinceró Rosita.
-Creo que no es el mismo sentimiento, continuó Gabriel. Siempre me has gustado. Desde que te vi en Vejer mi corazón ha padecido emociones que jamás había sentido por nadie. Como estaba confundido, al principio no sabía qué significaban esas muestras de amor y pensaba que estaba enfermo. Pero con el paso de los años me di cuenta de que estaba enamorado de ti, de que te quería y no podía evitarlo. Era una pasión tan fuerte y profunda que no podía frenarla. Quería sentirte, tocarte, tenerte, amarte. Sólo para mí.
Cuando te casaste con Rafael, el mundo dejó de tener sentido para mí. Quería impedirlo, pero no tenía clase para hacerlo. Para ti sólo era un simple criado, un niñato que no tenía donde caerse muerto. Nada tenía que ver contigo.
Siempre he tenido la necesidad de decírtelo, pero temía tu rechazo, temía que me despreciaras y me echaras de tu vida, pues no verte sería una forma lenta de morirme sin posibilidad de cura.
-No sigas que me partes el alma, saltó inquieta Rosita. Llevo esperando escucharte decir eso desde hace años. Tuve la tentación de arrojarme yo a tus brazos, pero no vi que fuera correspondida, pues pensaba que tu dedicación a mí formaba parte de tu trabajo. Me casé con Rafa por capricho, cosa que ahora me arrepiento. Ya no hay amor, solo el cariño de estar juntos cierto tiempo. Nunca te has dado cuenta de que te miro de manera diferente. Lo que ocurre es que he renunciado tantos años al amor, que ya me parecía algo normal. Me gustaría que lo nuestro no fuera una relación trabajador-amo, sino que entre nosotros surgiera la chispa del amor. ¿Podríamos intentarlo?
-Nada me gustaría más en este mundo, pero lejos de aquí. La sombra de tu marido me angustia, respondió rápidamente Gabriel embriagado por la felicidad.
-Vámonos esta misma noche, antes de que llegue Rafa, pues no tengo el valor suficiente como para decírselo a la cara. Nada malo podrá ocurrir entre nosotros. El amor nos mantendrá a salvo.
Doña Rosita se dispuso a coger unas cuantas cosas suyas y preparó varios mensajes para su marido. Sabía que estaba siendo un poco cruel con él, pero no podía enfrentarse por más tiempo a sus sentimientos. Redactó una carta de despedida, le mandó un mensaje a su nokia y no contenta con todo eso, le escribió un correo electrónico apasionado. Transcribo literalmente las palabras de Rosita con lágrimas en los ojos. Resultaba difícil dejar a su marido, a pesar de que amaba a Gabriel. Nada es fácil en esta vida, pensó.
Querido Rafa:
Tal vez te sorprenda el motivo de esta carta, pero quiero que sepas que he decidido irme con Gabriel, pues él me hace feliz a todas horas. No pretendo enfadarte, sino que me recuerdes como alguien que te quiso hasta estos momentos, como alguien que supo cuidarte hasta que el corazón cambió de opinión. Tus padres te recibirán bien en casa. Vas a estar mejor con ellos, pues tu madre cocina mejor que yo. Te dejo comida en el congelador por si decides quedarte en la casa. No te preocupes por mí. Voy a estar bien. Gabriel me quiere. Quiero que te quede claro que en ningún momento te he sido infiel. Quizás de pensamiento, así que no hagas caso de los comentarios de radio patio. Ya sabes como son: unas chismosas llenas de envidia.
Confío en que encuentres a una mujer que te haga feliz, puesto que yo no he podido hacerlo.
Muchos besos de tu Rosita del alma.
Querido Rafael:
Te escribo este correo para decirte con todo el dolor de mi corazón que nuestra relación ha llegado a su fin. He sido muy feliz contigo, pero otro hombre me ha robado el corazón. Siento no ser capaz de decirte todas estas cosas a la cara, aunque confío en que me comprendas y sepas perdonarme alguna vez.
Deseo que encuentres a tu media naranja y te haga feliz como tú te mereces.
Con cariño: Rosita.
Rafa, soi Rosi. No e tnio otra slución k nviart un sms. Lo siento, ijo, pero lo nustro no funciona y m gusta otro: s yama Gabriel. No s k fueras mala persona ni na de eso, pero antes de engañarte, e decidido k tnía k djart. Te kiere Rosi.
Amparados por la noche, Gabriel y Rosita parten hacia Vejer para que los padres de ella conocieran la noticia. Salen a las 7 de la mañana en un patinete a motor. Deciden llegarse a Bahía Sur para comprar un detallito a Doña Francisca. Rosita quería comprase algo en el Bershka y luego en Massimo Dutti, pero su dinero no le alcanzaba para esos despilfarros. Pensaron ambos que ya comprarían en el piojito lo que necesitasen. A eso de las 10 a Rosita le empezó a entrar hambre y decidieron entrar en don bocatta y comprarse cada uno un baguette de tortilla de papas. A las 12.30 partieron hacia la Muela para comerse un bocadillo de pan moreno con manteca colorada. Después de la comida, creyeron oportuno dar un paseo por el río Barbate. Cuando vieron que el agua estaba tan fresquita tomaron la determinación de bañarse en bolas. En el agua dieron rienda suelta a la felicidad que sentían el uno por el otro.
Ya en el camino a Vejer se les estropeó el motor del patinete y tuvieron que ir andando hasta el taller de Mati. Allí se lo arreglaron y finalmente llegaron a la casa de sus padres. Cuando sacó las figuras de porcelana que le había comprado a su madre en el todo a 100, se dio cuenta de que se habían roto y se entristeció un poco, pues no tenía ahora nada que ofrecerle a Francisca. Rosita no podía entrar así en su casa, de modo que ambos se fueron a buscar una tienda abierta para remediar ese percance, pero se enteró por el dueño de un quiosco que las tiendas de Vejer estaban todas cerradas. Decidieron comprar un billete de autobús para trasladarse a Barbate. Los Comes tenían fama de ser puntuales. Cuando divisaban la ciudad, se dieron cuenta de que la cartera tenía más telarañas que dinero y no supieron qué hacer hasta que no se tropezaron con Bolín, el panadero de Vejer, que les prestó dinero con el que compraron unas zapatillas a su madre y se ofreció a llevarlos a la casa. Una vez allí, Gabriel pensó que las zapatillas eran muy poca cosa, así que arrancó unas flores del jardín del pueblo. Subieron a la casa con mucho sigilo y llamaron a la puerta, puesto que no tenían llaves. Doña Francisca abrió la puerta de mala gana, pues estaba viendo Pasión de Gavilanes. Cuando vio a su hija, se olvidó de la serie y de las lentejas que tenía puestas al fuego. No sabían qué decirse hasta que Rosita con lágrimas en los ojos comenzó:
-Mamá, espero no haberte defraudado, pero en mi vida ha habido cambios importantes. Me he dado cuenta de que no amaba a Rafael.
-Pero, hija, ¿qué has hecho?, se abalanzó a gritar su madre un tanto descompuesta.
De repente se escuchó un bronco ruido procedente de la cocina y la alarma de una voz que se desgañitaba con furia: Las lentejas. Se apresuraron a la cocina y sofocaron el fuego con unos trapos húmedos. Había lentejas por todas partes.
Mientras tanto, Gabriel permanecía muy atento a las palabras de Rosita esperando impaciente que ella confesara de una vez que estaba enamorado de él. Para colmo había llegado Alonso para poner paz de por medio tras haberse enterado de lo sucedido.
-Mamá, quiero a Gabriel.
Francisca se puso lívida y se le cambió el color hasta el punto de que parecía que le iba a entrar algo malo. En esa situación Alonso saltó de una manera tajante:
-Francisca, Francisca, no te pongas así. Tú también te enamoraste y elegiste tu vida y nadie te lo impidió. Sé un poco más comprensiva con tu hija.
El matrimonio se enzarzó en una discusión sin precedentes hasta que de improviso se arrojó al suelo Gabriel y poniéndose de rodillas junto a doña Francisca comentó:
-Señora, yo amo a su hija y espero que me permitan ustedes casarme con ella para que pueda ser feliz.
Alonso asintió conforme Gabriel confesaba sus verdaderos propósitos, al mismo tiempo que Francisca no se quedaba de acuerdo del todo. Reflexionó unos segundos y le dio rienda suelta a su lengua:
-Hijo mío, yo sólo quiero la felicidad de Rosi. Si te sientes capacitado para ello, adelante. Pero el matrimonio deberá ser por la iglesia y te recuerdo que mi hija ya está casada.
Era un escollo muy difícil de superar, ya que tenían que conseguir la nulidad del matrimonio. Había una solución en marcha: escribir al Vaticano. Tan pronto como se calmaron los ánimos, acudieron entre todos a una pluma y unas cuartillas de papel para firmar la siguiente epístola:
Excelentísima santidad Juan Pablo II- Vaticano.
Le escribo esta carta para decirle que ha surgido un problema en mi familia. Mi hija Rosita, casada con Rafael Malespina, se quiere casar con otro hombre con el que ha encontrado la felicidad. Sé que mi hija sigue siendo virgen, así que confío en que le sea concedida la anulación de su matrimonio anterior.
Me despido con la esperanza de que me respondan con prontitud. Mis señas son: C/ La Fuente. Vejer de la Frontera (Cádiz).
Pasaron dos semanas y surgió la noticia de que nuestra santidad Juan Pablo II había fallecido. Pronto se proclamaría papa nuevo, así que no había más remedio que resignarse a esperar. Al poco tiempo se proclamó a Benedicto XVI como sumo pontífice. ¿Leería nuestras plegarias? ¿Habría tenido acceso a la carta? Las dudas se multiplicaban, pero el destino jugaba a favor de la pareja de enamorados, pues el nuevo papa para congraciarse con sus fieles había tomado algunas medidas más populares que doctrinales y entre ellas, cuando la esperanza de respuesta se había desfallecido, se contemplaba una carta dirigida a una familia gaditana que se expresaba en estos términos:
Queridos fieles cristianos:
He leído vuestra carta y como buen cristiano que soy me fío de vuestra palabra. En un par de semanas a lo sumo tendréis la nulidad del matrimonio.
Espero que vuestra hija encuentre la felicidad en ese hombre.
Con afecto: Benedicto XVI.
La felicidad se apoderó de los corazones de la gente.
Rafael se sintió hundido después de leer los diferentes mensajes que había recibido de su hasta ese momento esposa y de inmediato se puso su nokia en la oreja y llamó a su padre quien lo tranquilizó en un momento. Le aconsejó que se fuera de España en cuanto pudiese sin ser visto por nadie. Ya es hora de que estudies en el extranjero, le ordenó tajantemente. Yo me encargaré de acallar los rumores de la gente. De nuevo las mentiras de José María Malespina amenazaban con saltar a la palestra.
Dos chavales de Vejer, Ismael y Domingo, se encontraron una tarde en la confitería Galván con José María Malespina y le preguntaron sin ningún tipo de consideración si era cierta la versión que circulaba por el pueblo de que su hijo había sido engañado por doña Rosita. Lo que no sabían era que el padre de Rafael tenía salidas para todo. Empezó a mascar una de sus historias:
-En un día bastante lluvioso, por aquellos caminos cubiertos de lodo, pasaron las tropas de caballos inglesas con la orden de capturar a Rafael que había sido señalado como uno de los héroes españoles en la batalla de Trafalgar. Uno de los soldados resbaló y cayó de su caballo en un charco lleno de barro mugriento. El soldado después de maldecir en su lengua materna pidió a gritos los servicios de una lavandería. Tuvo la suerte de que en ese mismo momento pasara por allí un vejeriego que les recomendó la lavandería la Estrella porque era muy buena y muy barata. Los caballeros ingleses se dirigieron a Vejer, subieron por la cuesta de la venta de los olivos, no sin antes tomarse un café bien cargado para bajar el mal humor. No le admitieron billetes extranjeros y tuvieron que pagar en Vejecus que era la moneda propia del pueblo acuñada en los estudios de José Antonio y Juan Luis. Se creó esa moneda en honor de una mujer que escandalizó a toda la población al salir desnuda a la calle. En la cara aparece esculpido el cuerpo hermoso de esa doncella y en la cruz se observa una imagen del arco de la villa.
Tras un largo y trabajoso viaje llegaron a los Remedios donde cambiaron las herraduras Brigestone por las Michelín en el taller de Autovelocity. Se dirigieron a San Miguel por la cuesta de los ancianos y de pronto entraron en la lavandería. Después de un par de horas de espera, le entregaron la vestimenta en condiciones de ir a capturar a Rafael.
La tropa inglesa dio más vueltas por Vejer que los municipales en las motos y al final no obtuvieron resultado hasta la mañana siguiente. Lo pillaron paseando por el muro montado en un burro. Tras una larga persecución, Rafael en burro y toda la tropa inglesa en caballos olímpicos, lograron capturarlo en la curva de Fernando Vega a causa de que el boxer de Fernandito comenzó a ladrar, el burro se asustó y Rafael cayó al suelo. Se lo llevaron preso a Inglaterra desde el puerto marítimo de El Palmar.
A los dos días fue expuesto ante el tribunal inglés. Tras largas horas de interrogatorio confesó que había dado muerte a miles de soldados ingleses. El juez dictó sentencia y lo castigaron con destino a galeras. Justo un día antes de cumplir la condena, logró escapar del asedio inglés y hoy en día está en paradero desconocido. Ni siquiera su padre, o sea, yo, sé dónde se encuentra. Sólo sé que está vivo porque de vez en cuando recibo una carta escrita de su puño y letra.