06 Nov RAMOS TORREJÓN, PACO. EL VIAJE DEL HÉROE
EL VIAJE DEL HÉROE, PACO RAMOS TORREJÓN.
Desde la misma Odisea el viaje se ha convertido en motor indispensable de la literatura en ese afán por imitar las necesidades de la realidad. La respuesta que todo ser humano cree encontrar en la distancia, a veces se halla a escasos centímetros de nuestras narices.
Abel Buñol, el alma mater de la novela El viaje del héroe, es un profesor de secundaria cuyo sueño consiste en escribir por fin una novela, es de esos personajes que te enamoran por el mismo amor que él destila ante las circunstancias de su vida, por el ímpetu con el que afronta los pequeños detalles, por el arrojo con el que se enfrenta al diablo inquieto de su imaginación.
Sus ideas no se cuentan a través del narrador, sino que se alza un personaje crucial, Juan Alberto, encargado de trasmitirlas, de erigirse como un alter ego del protagonista. Las conversaciones con él en torno a la literatura y a la vida no son suficientes para alcanzar la serenidad, sino todo lo contrario, el impulsor de la acción, el que hace que reflexione Abel, el que consigue que reflexione el lector.
El protagonista no es un personaje plano, pues, desde la comodidad de una existencia placentera en Madrid con su mujer, se lanza en solitario a la aventura. Pide un periodo de excedencia en el trabajo y se desplaza, en primer lugar, hacia las Lagunas de Ruidera, donde conoce a Juan Moreno, un escritor de fama cuyo carácter se va amoldando a la ingenuidad de Abel hasta el punto de que abandona esa pose de engreído para encarnar la actitud de un maestro humilde. Tras ese paraje natural corre hacia Cádiz con el propósito de homenajear a dos autores: Fernando Quiñones y Luis Berenguer. Recorre la memoria vida de estas figuras que aún laten por las calles solitarias de la provincia, por la soledad misteriosa de la Isla.
Abel Buñol se ve abocado a regresar a Madrid cuando tiene conocimiento de la grave enfermedad de un amigo suyo, al que acompaña hasta que parece recuperar las fuerzas y la esperanza en un alegato a favor de la lectura que nos conmueve. Son las historias que le cuenta el protagonista al enfermo el mejor remedio para luchar por la vida, el mejor refugio donde acunar la conciencia.
Ya está dispuesto a reanudar la marcha y se traslada a Granada como ese don Quijote derrotado que decide continuar su camino en compañía de un escudero. Ya el viaje no sirve como acumulación de experiencias para escribir una novela, sino como un peregrinaje en el que el protagonista intenta encontrarse consigo mismo. El desplazamiento geográfico es tan sólo el proceso de evolución de Abel Buñol. Son las preguntas necesarias que todo ser humano se hace para continuar en la brecha.
Paco Ramos Torrejón concibe una novela sencilla donde el amor por los libros nos puede salvar de la realidad, donde los héroes ya no existen y las heroicidades descansan en la resolución de los problemas cotidianos.