IRIBARREN, KARMELO. LAS LUCES INTERIORES

IRIBARREN, KARMELO. LAS LUCES INTERIORES

LAS LUCES INTERIORES, KARMELO IRIBARREN

La vida es como un inmenso mar en el que el ser humano echa mano de su traje de buzo para sumergirse hasta las profundidades del misterio, hasta el misterio indescifrable de las profundidades. Así es como hay que afrontar el día a día. Con el riesgo a flor de piel. Karmelo Iribarren sale del agua, sin traje, sin botella de oxígeno, a pleno pulmón. No es un gesto de valentía. No es un gesto de locura. Quiere aspirar el aliento de la existencia sin redes, sin máscaras. Con el atuendo descarnado de sus pasos.

Las luces interiores camina al borde del abismo. Se asoma al precipicio de un mundo cotidiano en el que los pequeños detalles nos desarman y nos desnudan, dejando al descubierto nuestras vergüenzas. Pone de manifiesto la capacidad que tiene la palabra para elevarse entre las sombras. Es el ojo del hombre que barre el horizonte como el objetivo de una cámara en la barra solitaria de un bar. Es un registro de personas anónimas y de hechos aparentemente insignificantes que huyen de la pompa fúnebre de la fama, pero que lo significan todo. Es una forma diferente de mirar los acontecimientos en ese tipo de espejo en el que la sociedad se refleja y uno es capaz de reflejarse a trozos, a trazos. Es una poesía desnuda, desvergonzada, que llega al lector sin tapujos, sin adornos que llevarse a la boca, como esa hoja que danza en la calle desierta del viento, que corre despistada por las aceras y por las esquinas en busca de una libertad que la condena para siempre, que la aleja del árbol del que brota. Es una poesía sencilla, con una ingenuidad tan sorprendente que nos cala hasta los huesos, deja en paños menores a la conciencia. Es una poesía tan profunda que sus raíces nos hacen cosquillas en los pies, como un juego, como un modo de despertar, de salir a la intemperie, sin miedos y sin paraguas, con el alma a ras de suelo.

Karmelo Iribarren nos viene a decir que el regalo de la vida merece la pena, a pesar de las adversidades. La batalla sigilosa del amor es el único campo en el que seguimos combatiendo, a pesar de los corazones rotos  que van quedando en el camino.