08 Jul ENTREVISTA REALIZADA POR ALEJANDRO PÉREZ GUILLÉN A LUIS GARCÍA GIL
ENTREVISTA A LUIS GARCÍA GIL
1.- El hecho de que su padre, José Manuel García Gómez, haya sido un reconocido escritor fundando la prestigiosa revista Caleta y su hermano José Manuel García Gil sea un poeta de renombre en la provincia de Cádiz, quizás no le ha dejado más remedio que dedicarse a la palabra. ¿Qué ha aprendido de ellos?
El ambiente familiar ha sido muy importante, sobre todo mi padre al que no he dejado de reivindicar desde su muerte. Sigo teniéndolo muy presente en todo lo que hago. Y sigo lamentando su ausencia. Lo perdí demasiado pronto.
2.- Al margen de la familia, ¿cómo se fue haciendo el escritor? ¿Con qué lecturas?
Soy un lector febril, desordenado, compulsivo. Quien conozca mi casa sabe que vivo entre libros de las más diversas disciplinas. Como poeta fue clave descubrir a Antonio Machado, Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez y en un cierto momento La voz a ti debida de Pedro Salinas. Son lecturas de adolescencia a las que he vuelto repetidamente. Después está la novela de aventuras y el cine que forjaron también mi sensibilidad. Mi amor al cine me diferenciaba de mi padre que era poco cinéfilo. El cine que hoy sigo amando viene de aquellos años de formación en los que también comparecen escritores como Cortázar, Ribeyro, Marsé y tantos otros.
3.- Una de sus pasiones ha sido siempre la canción de autor. De hecho su primer libro es un ensayo sobre la figura de Joan Manuel Serrat (Serrat, canción a canción, 2004). Unos años más tarde el cantautor lo elige para que escriba Serrat. Cantares y huellas (2011). ¿Cómo es en persona el compositor catalán? ¿Cómo fue la primera vez que lo vio?
Serrat contó conmigo para su cancionero Algo personal, todo un honor para quien había desentrañado su cancionero en un ensayo previo. Nuestro primer contacto fue telefónico cuando le envié un primer borrador de Serrat, canción a canción. A partir de cierto momento presumo de su complicidad y su cercanía conmigo. Estuvo en las presentaciones barcelonesas de Jacques Brel, una canción desesperada y de Serrat, cantares y huellas. Prologó el libro que le dediqué a Joan Isaac. Y sobre todo me regaló su presencia en el documental En medio de las olas que dediqué a mi padre y que dirigió Pepe Freire. Que Serrat estuviera ahí recitando la “Elegía a Antonio Machado” de José Manuel García Gómez fue absolutamente maravilloso. Un regalo de un artista irrepetible que antes que artista es persona.
4.- Has seguido analizando la trayectoria de otros cantantes. Fruto de ese estudio han visto la luz Yupanqui, coplas de un payador perseguido (2007), Jacques Brel, una canción deseperada (2009), Javier Ruibal, más al sur de la quimera (2011), Serrat y Sabina a vista de pájaro (2012) y Joan Isaac, bandera negra al cor (2013). ¿Con cuál de ellos se queda? ¿Qué importancia adquiere la música en su vida cotidiana?
Cada uno de esos libros ha sido muy importante para mí porque han supuesto profundizar en la obra de artistas que admiro y sobre los que era obligado posar una mirada diferente. Contar la vida de Brel, recorrer su asombroso cancionero, fue un reto que parte de una estancia en Bruselas, en la Fundación que lleva su nombre. Después hay libros que están escritos en la complicidad absoluta con los artistas retratados, conversando con ellos en la intimidad. Es el caso de Javier Ruibal o de Joan Isaac, dos artistas excepcionales cuya obra merecía ser difundida en un trabajo de esas características.
5.- Hay escritores que necesitan la paz absoluta. Otros que se decantan por la noche. Algunos por un horario fijo, parecido al de una oficina. ¿Cuál es su método de trabajo? ¿Tiene alguna manía a la hora de escribir?
Me gusta la noche porque en ella encuentro paz, sosiego, calma. No puedo organizarme de otro modo para escribir pero creo que la noche es más inspiradora, más propicia para las musas y para la concentración.
6.- Su incursión en el mundo de la poesía arranca con La pared íntima (2007), una antología que recoge poemas escritos durante una década. ¿Qué debe tener un poema para llegar al lector?
El poema debe precisamente emocionar, conmover, comunicar, confiar en ese lector que puede encontrarse retratado en esa secuencia de versos. El poema no es algo ajeno a la vida. Tiene la obligación de sublimar lo cotidiano pero también de ser palabra en el tiempo y conciencia del individuo que oficia de poeta y que anhela ser comprendido. El poeta ufano, críptico, encerrado en su torre de marfil no me interesa. De esos he conocido algunos.
7.- La poesía y el ensayo conviven de forma armoniosa en su trayectoria literaria. ¿Qué diferencias y semejanzas encuentra entre los dos géneros? ¿En cuál se siente más cómodo?
Yo siempre creo en la pluralidad de registros. De algún modo mi poesía dialoga con mi obra ensayística y viceversa. Cuando he escrito sobre Serrat, por ejemplo, he tratado de ahondar poéticamente en su obra, teniendo siempre presente una forma lírica de expresarme.
8.- ¿Con qué paredes simbólicas se choca hoy en día Luis García Gil? ¿Y el hombre de a pie?
Con demasiadas. Vivimos en un contexto muy complicado, escasamente edificante. Y no sólo por los políticos. También hay personas de a pie que dejan mucho que desear. Basta darse una vuelta por las redes sociales para comprobar que hay quienes se erigen en estandartes de tolerancia y son extremadamente intolerantes. Cada vez me cansan más los partidismos, los extremos, el blanco y negro sin otro matiz.
9.- Si en La pared íntima aparecen sus primeros poemas, el corazón de una juventud que late de forma impulsiva, ¿qué madurez se aprecia en Al cerrar los ojos (2010)? ¿Qué cambios se perciben en este libro cargado de memoria?
Hay una evolución importante en ese libro. Mi primer poemario tenía mucho de indecisión juvenil. En Al cerrar los ojos me hallo más seguro técnicamente y el verso me fluye con una mayor naturalidad. Uno anda escribiendo siempre la misma canción o el mismo poema pero la experiencia vital es fundamental para que la forma de trasmitir, de vivir poéticamente sea más intensa, más verdadera, más profunda.
10.- Al cerrar los ojos (2010) no es un libro que se decante por cantar a la muerte, sino que es un poemario esperanzador, donde el poeta se dispone a perseguir esos sueños que se le escapan a la noche. ¿Qué sueños no ha podido atrapar todavía?
No suelo plantearme grandes metas ni grandes sueños. Todo va llegando solo. Me siento feliz con la vida que he elegido, con la familia que tengo. Ellos son mi energía creativa y vital más importante. Más bien pienso en un tipo de sueño colectivo, en un mundo más justo, más cívico, menos enconado, en ese mundo que quiero que mi hija transite el día de mañana.
11.- Literatura, canción de autor y cine son el triángulo mágico a través del cual se mueve Luis García Gil. Las gafas de Allen (2013) es un poemario donde se dan cita tanto el mundo de la imagen como la palabra, la canción y el verso. Un modo de conjugar tres disciplinas que en ese matrimonio voluntario se enriquecen. ¿Desde cuándo surgió su amor por el cine? ¿Qué admira del cineasta neoyokino?
El cine me acompaña desde siempre. Yo me crié viendo cine en blanco y negro cuando eso era posible porque la tele aún proyectaba cierta imagen educativa, formativa. Lamentablemente los jóvenes de hoy día desprecian ese cine porque lo ignoran, porque la cultura audiovisual es lamentable, porque se consumen engendros televisivos como Sálvame a todas horas y no proyectan en la tele clásicos como Sólo ante el peligro o El hombre que mató a Liberty Valance. Hablando de Woody Allen lo admiro todo, su capacidad de reinvención constante, su forma de fundir la comedia y el drama, de ofrecer películas tan admirables como Delitos y faltas o Manhattan.
12.- La senda de la imagen continúa con un homenaje a Francois Truffaut (2009), un cineasta a veces incomprendido por el público y por la crítica. ¿Qué le aporta el cine en su quehacer cotidiano?
Me aporta muchas cosas. En el caso de Truffaut su cinefilia es ejemplar. Es uno de esos raros cineastas para los que importaba tanto una cultura audiovisual como una cultura literaria. Él sentía más armonioso el cine que la vida. Esa pasión está muy presente en sus películas. Obras maestras como Jules y Jim y Las dos inglesas y el amor lo ratifican.
13.- La figura paterna adquiere una relevancia sustancial en su vida hasta el punto de que escribe un libro dedicado a su memoria En medio de las olas y un documental con el mismo nombre. ¿Qué papel ha desempeñado en su vida la alargada sombra de su padre? ¿Qué le debe a su madre?
A mi madre le debo todo y me arrepiento de no haberle hecho caso en cosas en las que debería haberle hecho caso. Para mí sigue siendo un ejemplo de constancia, de lucha, de sacrificio. Son de esas mujeres que anduvieron un camino muy largo en busca de un sueño, como dijera Serrat cuando presentaba su “Cançó de bressol”. En el caso de mi padre creo que no se le ha hecho justicia en su ciudad. Teófila Martínez, la alcaldesa, debiera saber que poetas como García Gómez son los que han hecho posible que existiera una cultura en Cádiz en una época tan dura como la posguerra. Mi padre hizo mucho por dignificar culturalmente su ciudad. Daba conferencias sobre Antonio Machado y Lorca en los años cincuenta y sesenta, autores no precisamente oficiales. Y luego fundó el Colegio Argantonio, gran legado educativo. Otros decidieron marcharse porque les asfixiaba el ambiente. No hablo evidentemente de los que se exiliaron a la fuerza. Lo que digo y repito es que mi padre se quedó y luchó por su ciudad e indudablemente la mejoró. Eso no debería olvidarse y debería recordarse. Alguien se lo debería contar a Teófila aunque entiendo que es un asunto que no da votos.
14.- ¿Cómo se compagina la calma que irradia habitualmente con la pasión desmedida que vuelca en la literatura?
Digamos que es preciso aunar ambas facetas de mi personalidad para no volverme loco, para no vivir apasionadamente las veinticuatro horas del día. No se puede pretender ser sublime sin interrupción que diría el maestro Baudelaire. Sería muy aburrido. Y debe haber tiempo para todo incluso para aficiones que no sean estrictamente culturales.
15.- Dada su afición por el fútbol, ¿qué detesta de este deporte? ¿Qué le gusta de ese mundo?
El fútbol me fascina a la manera que le fascinaba a mi admirado Pier Paolo Pasolini. Hay mucha literatura en el balompié y quien no quiera verlo pues él se lo pierde. Me gusta además practicar este deporte. Gracias al fútbol he conocido a muchísima gente. Y he aprendido algunas cosas importantes. También hay cosas detestables, el dinero que mueve que todo lo empozoña, los ultras, los violentos, los que lo entienden como una religión ciertamente extremista. Yo tengo mis preferencias pero básicamente me gusta el fútbol, la estética del deporte, la que irradiaba, por ejemplo, la Holanda de los años 70 liderada por Cruyff o el Madrid de la Quinta o el Barsa de Guardiola.
16.- ¿Qué diferencia encuentra entre el joven que fue y los jóvenes con los que se relaciona?
Los hay muy inquietos pero quizá el contexto en el que se desenvuelven sea más complicado. No creo que haya muchas diferencias. Necesitan comprensión, apoyo, referencias tangibles y tener quizá una mayor capacidad crítica, constructiva. Y también saber como decía Cortázar que no debe confundirse lo actual con lo moderno.
17.- Sus textos vienen marcados por una extremada sensibilidad y un rechazo frontal hacia la injusticia. ¿Qué es lo más injusto que percibe en el presente? ¿Qué es lo que no soporta de ninguna manera?
La indignidad de la clase dirigente, la fractura del espíritu democrático que a todos nos debería unir, nada que no cantara Santos Discépolo en su tango Cambalache de principios del siglo pasado.
18.- Todo escritor es una persona comprometida. ¿Cuál es su mayor compromiso? ¿Qué opina del panorama actual de la política?
La política vive instalada en la desvergüenza y en la impunidad. Pero esto no es sólo culpa de los políticos. La transición se edificó mal. Muñoz Molina creo que es quien mejor expone todo esto en su ensayo Todo lo que era sólido que le da palos a todos y que debiera ser de lectura obligadísima por su lucido retrato de la cultura del pelotazo, presagio de lo que ahora padecemos.
19.- En una sociedad que tiende a hacer la guerra cada uno por su cuenta, ¿Qué importancia le otorga al amor?
El amor debiera mover el mundo, debiera ser filosofía de vida permanentemente. Para mí es muy importante.
20.- Entre tantas charlas y encuentros a los que ha asistido, ¿qué ha sido lo más curioso ante lo que se ha enfrentado? ¿Qué anécdota ha permanecido en la retina, a pesar del tiempo?
Permanecerá sin duda vivir tan de cerca el rodaje de Alegrías de Cádiz de mi querido y admirado Gonzalo García Pelayo. Fue como sentirme dentro de La noche americana de Truffaut. También la llamada que recibí un sábado de Emilio Butragueño, ídolo futbolístico de mis años mozos. Me agradecía el envío de uno de mis libros dedicados a Serrat. Fue emocionante. Yo crecí con los regates y los goles de El Buitre.
21.- Conoce a gente tan aclamada como Joan Manuel Serrat o Joaquín Sabina, ¿cuál es más personaje? ¿Qué enseñanza le han aportado?
A Sabina realmente no lo conozco. Pero sí he tratado con muchos artistas y poetas admirados. De la mayoría he aprendido que cuanto más grandes son más sencillos resultan. Un ejemplo: el gran Joan Margarit.
22.- ¿Con qué disfruta más al margen de la literatura?
Con mi mujer, con mi hija, con mi madre, con mis amigos. Soy persona de pequeñas cosas y pequeños placeres cotidianos. Al margen de la literatura disfruto con cosas muy diversas. Desde el placer de conversar con amigos, ver cine, jugar al fútbol, viajar etc.
23.- ¿Hacia dónde va a girar su futuro?
Nadie puede saber lo que nos espera a la vuelta de esa esquina. Me gustaría seguir soñando con libros y con poemas que me ayuden a explicarme. Tengo muchos proyectos en mente pero el más importante, el más maravilloso es ver crecer a mi hija, sentirla cerca cada segundo. Nada puede ser más hermoso.