26 May PARIENTE, ÁNGEL. POESÍA (1966-2013)
Poesía (1966-2013), Ángel Pariente
El poeta es un observador que guarda en la retina la sonrisa de un relámpago, la luz de la palabra en el folio arrugado de la memoria. Es un francotirador que se lanza a la caza de la belleza como esa presa que se cruza en la mirilla durante unos segundos y desaparece en el momento del disparo. El buen poema no es aquel que enseña la llama, sino aquel con el cual nos quemamos los dedos. No es aquel que desmenuza el tacto, sino aquel que le levanta las faldas al viento. No es aquel que vive intensamente, sino que es la vida misma latiendo. Es la soledad dialogando a solas. Es el eco de la calle arrojándose al precipicio del verso. La poesía es un refugio donde uno se siente libre, donde uno descansa de los sinsabores del naufragio.
La literatura son olas que refrescan el paladar de la conciencia. Es el dormitorio donde duermen en paz todos los fantasmas. Es un mundo habitable que nos hace más humanos. Es un diálogo del hombre consigo mismo. Una mirada atrás hacia la infancia. El fracaso del tiempo consumido. La poesía es un calendario de estaciones donde el verano también descarga sus tormentas y el otoño es imprescindible para acariciar con esmero las raíces, para que el olvido dance en el aire de la memoria y la memoria ensombrecida se comporte como una nube negra que amenaza el rugido de la lluvia.
El tiempo corre montado a lomos de la infancia sin saber el destino que le depara y la evocación de esa época no es siempre un sol sin nubes que nos duelan. A veces, es un naufragio a la deriva que refresca la rutina de las olas. La herida tiene ojos en la nuca y telarañas en el horizonte, de modo que nos impide asomarnos al abismo del recuerdo sin la nostalgia de la lluvia, nos incapacita para mirar al frente, agotado ya por las canas.
El subconsciente nos lleva hacia un surrealismo por el que desfilan voces e ideas de otras épocas en un crucigrama donde palpita el desencanto por el mundo, las ansias de vivir más allá de la conciencia. El recuerdo no es capaz de dar solución a todas las preguntas y el desaliento es una forma sutil de salir victorioso. El patito feo y la oveja negra están orgullosos de ser diferentes, pero hubieran preferido encarnar el atuendo de la belleza para afrontar la vida con mayor ventaja. Un precio muy alto se paga por ser uno mismo.
Las fotos que disparan las tiernas cámaras de la retina reproducen el paisaje interior del poeta, la sombra de luz de la existencia, el marco natural donde transcurre la vida. Un libro cuyas hojas detienen el pulso acelerado de la memoria. Un intento de apresar con palabras la hermosura del instante, como un parpadeo que nos deja en los labios la huella imborrable y efímera de un beso. En el fondo el hombre es un calendario precipitado de ausencias.
Un mundo donde el grito es más poderoso que la razón. Donde Dios abandona al hombre y el hombre tiene la virtud de abandonarse torpemente. Un mundo plagado de injusticias que toleramos al tomar la postura cómoda de un plato en la mesa. Un mundo arrasado por el fuego de la envidia, por el juego de la mentira, por la cándida inocencia de la hipocresía. Una poesía sin circunstancias que censura abiertamente la falsa moral de los humanos.