19 May ANÁLISIS DE RE-FLEXIONES: EJERCICIOS PARA EL CORAZÓN, DE ALEJANDRO PÉREZ GUILLÉN, ESCRITO POR AURORA MESA MORALES
NO SIEMPRE LA PRIMERA VEZ ES DOLOROSA
En primer lugar, me presento. Soy Aurora Mesa Morales y estoy aquí en calidad de amiga. Mi tarea esta tarde es presentar al escritor ALEJANDRO PÉREZ GUILLÉN, autor de RE-FLEXIONES: EJERCICIOS PARA EL CORAZÓN, y haceros unas breves reseñas de mi impresión sobre el libro que hoy presentamos.
Como es la primera vez que me veo en una de estas, pido disculpas de antemano por mis nervios. Lo primero es que no estoy acostumbrada a hablar en público y después de haber asistido a varias presentaciones y ver lo entretenidas y amenas que me han resultado, pido vuestra benevolencia y comprensión. ¡La verdad es que le he echado valor! Me gustaría hacerlo bien y explicaros cómo es este hermoso libro.
Es cierto que no todo el mundo puede expresar con la escritura lo que el alma quiere transmitir, pero también es cierto que a cada uno de nosotros, este bonito libro, RE-FLEXIONES: EJERCICIOS PARA EL CORAZÓN, nos puede hacer sentir lo que no sabríamos explicar en el mayor de los casos con la palabra.
Alejandro Pérez Guillén es un amigo que llegó a mí como ese obsequio que no lo echas de menos porque ni crees que exista o si existe no está en tu mano o si está no es para ti. Como el mejor de los presentes apareció un día de Reyes -no podía ser otro-, y es un regalo en forma de persona, con tanta sensibilidad y tanto optimismo como para hacerte ver que si no hay lágrima no puede aparecer un arco iris, pero tan normal como cualquiera, con sus brillos y catástrofes con quien te puedes sentir identificada.
Una persona que te encuentras en tu camino con el alma limpia, con el corazón templado, con la sonrisa perenne, cargado de generosidad, sin intereses, con la vergüenza justa.
Cuando me pidió que le presentase su obra aquí en El Puerto, por supuesto que me sorprendió muchísimo y me asustó, pues sé que él se rodea de gente muy profesional: eruditos de la lengua, editores, escritores, artistas… gente muy preparada y muy entrenada para hacerlo. Estuve un par de días sin creérmelo mucho, pensé que podía haber perdido el juicio, no sé, que se habría dado un golpe en la cabeza, en fin… Pero a los pocos días le volví a preguntar si se había arrepentido de su propuesta: “Al contrario, me dijo, estoy encantado de que alguien de fuera del mundo de la literatura se atreva a hincarle el diente a uno de mis libros”.
Él con su amabilidad me dijo que podía decir lo que yo quisiera, lo que me saliera…, como si no quisiera decir nada… Que lo que verdaderamente le importa son los sentimientos más que las formas apropiadas o correctas de decirlo. Me costó aceptar, pero no por mí, sino por la responsabilidad de no hacerlo medianamente bien y decepcionarlo a él.
Creo que hubiese sido más fácil decir que sí si me hubiese pedido matrimonio.
Me siento honrada por ser la elegida, pero más orgullosa por su amistad.
Alejandro es un escritor joven en edad, pero no en oficio. Lleva varias publicaciones a sus espaldas que lo avalan y acreditan. Es gaditano, de Benalup, y por donde va presume de ello; estudioso de nuestra Lengua, es un hombre culto, humilde, transparente, alegre, muy divertido y familiar. Muy generoso. Profundo, pero sencillo a la vez.
Al libro lo fuimos conociendo a través de su muro, por Facebook. Sus seguidores, conforme iban leyendo sus escritos, le iban animando a que compilara todo y lo publicara. Afortunadamente así lo ha hecho.
Para quien no lo conozca, la mejor cualidad que yo aprecio y que lo distingue es que es un poeta, pero no sólo poeta delante de un papel, ES UN POETA: poeta al hablar, al pensar, incluso cuando lleva a su hijo Antonio al cole o a natación…
Siempre dice que se refugia en la Literatura para vencer su timidez, que la escritura le ha salvado la vida. Para él la palabra es su arma, bello ejemplo de figura literaria para los tiempos tan prosaicos que vivimos, en los que la prisa nos llena de abreviaturas y monosílabos, pero no sólo al escribir. Tiempos tan contradictorios en los que teniendo más libertad de expresión, nos expresamos mal y pronto, sin utilizar todas sus formas.
Creo que si hablo del libro es como si hablase de él. Conociéndolo cada día más, sé que no hay nada de ficción, aunque pueda parecerlo, todo es un realismo mágico con el que se desabrocha y deja al descubierto el alma.
Todo lo mira a través del prisma de la poesía, desnudándose sin pudor al escribir, como si las palabras fuesen la ropa que lo tapa y, como él dice, lanzándose al vacío sin red, utilizando metáforas, hipérboles y epítetos. Alejandro deja que entremos en su espejo y nos miremos a través de él.
El libro es de fácil lectura, ameno, claro, y hace que nuestro pensamiento enhebre sus palabras y se ponga en marcha el mecanismo de algo que está estático y recupera el movimiento para que no nos deje impasibles ante sus reflexiones, hasta que llega a parecernos familiar todo lo que describe: como si fuese fácil, como si se nos hubiese ocurrido a nosotros, como si lo tuviésemos en la punta de la lengua. Él nos hace reflexionar de manera muy sencilla consiguiendo transmitir su sensibilidad en cualquier página, cualquier relato o reflexión.
Se muestra y se expone sin escudo y se aferra a las palabras para ponerse en pie y resurgir ante momentos de desasosiego. Abre el corazón para contarnos recuerdos del pasado, momentos vividos, deseos anhelados; no olvida nunca a sus maestros ni a ninguno de sus amigos… todo tan corriente o extraordinario como pueda ser nuestro paso por la vida.
Alejandro aplica su lirismo sobre cualquier cosa: sobre su pueblo, sobre la amistad; le escribe tiernamente a su madre, a la infancia, al amor… sobre todo al amor.
HISTORIAS DE AMOR
Todas las historias de amor son para siempre. Lo que ocurre es que nosotros no somos los mismos. Y a veces, un modo diferente de ver el mundo, es una manera de dejar de amar. Cada vez que amamos es otro yo el que se entrega.
Siempre encontraremos entre sus líneas un exceso de franqueza, una entrega sin tapujos, un trocito de sus adentros…
Fotografía con el alma, y toma notas de lo más común y más corriente, porque sabe que en lo cotidiano están los pequeños y mejores momentos; saborea sorbo a sorbo los ratitos de felicidad.
Ellos, los poetas, nos envuelven sus pensares con papel de regalo y nos ofrecen un punto de vista distinto, más atractivo, más o menos mágico o trágico… dependiendo del color de la envoltura. No hay que ser muy ducho en letras para sentir sus emociones; yo las he sentido.
A alguien le puede servir como manual de autoayuda. Para mí ha sido un libro que ha afianzado mis sentimientos y también me ha hecho reflexionar en circunstancias diversas y recíprocas.
Yo he leído poca poesía, no me creía preparada para hacerlo, como incapaz de entender cosas muy particulares e íntimas del que las escribe, a la vez que muy enrevesadas y nada sencillas que necesitan mucho tiempo y de mucha atención. Y para nada; creo que un mínimo de sensibilidad ya nos puede hacer reflexionar sobre algo que llevamos dentro y nos inquieta, o sólo necesita de nuestro propio beneplácito para relajarnos con calma.
Particularmente a mí me gusta el libro porque me encantan los relatos cortos. Se requiere de mucha inteligencia para sintetizar y a la vez decir tanto en tan poco. Algunos son muy breves, pero no menos densos.
EXPOSICIÓN
Un corazón expuesto puede ser herido,
pero siempre gana la batalla de la conciencia.
Son reflexiones tan diversas y tan intensas que siempre hay algo en ellas que se identifica con nuestras experiencias.
Otras, más que reflexiones parecen sentencias:
HAY VECES
Hay veces que uno gana en la derrota.
Hay veces que uno pierde en la victoria.
Es un libro muy recomendable, porque es necesario ejercitar el corazón, detenernos de vez en cuando y reflexionar, entender por qué a todos nos conmueve un brillante amanecer o un paseo por la playa, por qué a todos nos acechan temores, fantasmas, vacíos y decepciones…
No sé si cumplo con el tiempo establecido, pero no querría por mi primera vez pasarme de pesada y redundante. Estaría mucho tiempo más, pero el autor es él. De nuevo quiero agradeceros vuestra presencia y sin más dilación ceder la palabra al protagonista de esta tarde:
ALEJANDRO PÉREZ GUILLÉN, poeta.