16 Jun RAMOS TORREJÓN, FRANCISCO. EL APRENDIZAJE DEL MIEDO
EL APRENDIZAJE DEL MIEDO
Quienes conciben la vida como un precipicio desde el cual el paisaje recupera todos sus matices encaran el blanco y negro de la tristeza a través del papel. Los miedos caen ante la tentación del folio abierto. Se convierten en presas fáciles de la palabra. Quienes afrontan el dolor como curvas profundas donde late el pulso acelerado del riesgo, como carreteras secundarias trazadas por el lápiz indefenso de unas cicatrices en el mapa de la existencia, jamás cometerían la torpeza de acabar con una araña. Se sentirían como ese insecto atrapado bajo el latido de la ausencia sin más escapatoria que las alas presentes del recuerdo. Se sentirían como ese hilo extremadamente sensible que se estremece con la frágil ternura de una caricia. Se sentirían como ese arácnido que se defiende del mundo con la amenaza de una picadura. Las sonrisas están repletas de heridas. Llenas de lunas que han sobrevivido al impacto de las caries.
Nadie está preparado para la pérdida. No hay abrigo capaz de soportar el peso de todos los inviernos. No hay habitaciones de hospital que nos hagan sentir como en casa. A veces la existencia se convierte en unos días de fiesta donde se produce el contraste entre un torero moribundo, herido de asta por la ausencia, en medio de la arena, y la sonrisa del pueblo al otro lado de la orilla. Francisco Ramos Torrejón se despoja de sus temores con la varita rota de la literatura, con la poesía como terapia donde acunar la memoria infatigable de sus fantasmas. Un modo de atar en corto el recuerdo, de retener en la retina el beso dulce de una madre.
Aprender a convivir con la derrota es un naufragio que requiere muchos paseos por la playa, es un cangrejo que muerde con sus pinzas los últimos jirones de la inocencia, es la soledad de la herida que se desangra en el vuelo de cada ola, es recorrer la mitología en la cuna de la nostalgia.
Todos sabemos que la partida de quien nos ha engendrado inventa un lenguaje atado a los silencios y Francisco Ramos Torrejón lo ha hecho público con la valentía de quien arroja el día a día con el corazón en un puño para enseñarnos que en El aprendizaje del miedo el amor de una madre es un plato caliente con cuchara, unos geranios que reclaman con ternura los dedos sabios del agua y la muerte, una clase práctica para la supervivencia.